La persecucción de que se hace víctimas a nuestras organizaciones se acentúa. Incumplidas las bases de trabajo, rebajados los salarios casi a la mitad; en entredicho los jurados mixtos; anulado de hecho el cumplimiento de la desdichada ley de términos municipales; seleccionados criminalmente los obreros, privando de trabajo a los que no quisieron votar la candidatura bandolera; llena la cárcel de trabajadores y absueltos los agrarios de Pegalajar ¿se nos quiere decir qué salida nos queda? ¿Es que podemos resistir más en esta situación? Yo digo que no. Y conmigo lo dicen millares de camaradas de Jaén y de toda España.
Yo afirmo que las condiciones sociales, políticas y económicas de nuestro país, aconsejan de una forma apremiante, rápida, que no está reñida la rapidez con la madura preparación del plan, una acción violenta de las masas obreras contra el régimen capitalista. Todo, incluso la derrota, antes que seguir en esta situación contemplando en una forzada imposibilidad como un día y otro nuevos compañeros vienen conducidos a la cárcel; cómo se van quebrantando las organizaciones, víctimas de la embravecida clase patronal, alentada por sus diputados y por un Gobierno prisionero de derechas; cómo la fuerza pública coadyuva a esa obra poniéndose al lado de los caciques; cómo la justicia se inclina manifiestamente del lado del poderoso y perjuicio del débil. ¡Hay que romper el cerco cueste lo que cueste! ¡No queremos morir vergonzosamente a manos del fascismo criminal y alevoso! ¡Queremos luchar, combatir! ¡Eso es lo que deseamos! ¡Así no podemos ni queremos continuar!
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