domingo, 26 de diciembre de 2010

SENTIDO ÍNTIMO DEL QUIJOTE

   Hace ya varios meses, obligado por mi cargo de profesor de Literatura Española en la Escuela Normal de Maestros de esta capital, tomaba parte en la sesión que este centro docente celebraba para dar cumplimiento a lo dispuesto oficialmente en relación con la llamada Fiesta del Libro Español y en aquel reto yo, como otros muchos, pronunciaba mi discurso, ni  mejor ni peor que los demás discursos que en aquellas horas se estaban pronunciando en toda España, abriendo la válvula de la oratoria, largo tiempo contenida, atrofiada, la cosa era fácil. Todo consistía en largar unos cuantos latiguillos más o menos patrióticos y retóricos, nombrar a Shakespeare, a Goethe, a Homero para afirmar después que no existe en el mundoun novelista más excelso que Cervantes ni un libro más grande que el Quijote. Con esto y con los rituales apretones de manoscon que estos actos se premia la siempre notabilísima peroración por los queridos amigos que acuden a oir al querido amigo, cual fiel guardia pretoriana, la fiesta se daba por terminada y la gaceta quedaba satisfecha. Tengo la absoluta seguridad de que los ingenuos habrán pensado que con un par de estas fiestas el problema del analfabetismo habrá dejado de existir y que los millones de alfabetos que adornan con libros sus estanterias fastuosas se decidirán de una vez a romper con la plegadera, la cándida y pura virginidad de los volúmenes encerrados en sus suntuosas cárceles, protegidos por férea cerradura que nunca se abre.

   Entre esos prisioneros, entre esos desdichados reclusos víctimas de la barbarie de sus carceleros feroces, está el Quijote. Figuremos el dolor, la desesperación, la santa indignación, la concentrada ira del inmaculado y valeroso hidalgo al ver que nada  puede su lanza ni su entregado espíritu en favor de estos nuevos galeotas, a quienes mal de su grado, obliga la brutal ignorancia de sus dueños, a permanecer encerrados tras los pérfidos cristales que les simulan una libertad engañadora ¡Meditad cual será la situación de ánimo del ardido caballero, para quien el descanso era el pelear, en plena libertad, por ancha faz de la tierra, con el cielo por único techo, reducido ahora en la abominable penunmbra de una habitación que no se abre para que la luz, esa luz tan grata a nuestros cuerposy más grata aún a nuestras almas, no atenúe los vivos matices de alfombras, cuadros y tapices! ¡Pobre hidalgo manchego, relegado y olvidado en un estante de un sustuoso armario que nunca se abre!


Enrique Esbrí Fernández

miércoles, 25 de agosto de 2010

PRESENTACIÓN



Herencia - Ciudad Real
Esta página está dedicada a todas las personas que lucharon por la República en la Guerra Civil y a las víctimas de la represión del régimen franquista y, especialmente, a don Enrique Esbrí Fernández, doña Paquita Rodríguez Jiménez y a don Hermógenes Rodríguez Jiménez, maestros de la Escuela Normal de Jaén durante la II República y, a sus hijos y sobrinos: Leonor, Isabel, Paquita y Enrique.

"Quiero dormir un rato...
un rato, un minuto, un siglo;
pero que todos sepan que no he muerto"
Federico Garcia Lorca.

"Porque donde unas cuencas vacías amanezcan,
ella pondrá dos piedras de futura mirada
y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan
en la carne talada"
Miguel Hernández.