sábado, 18 de junio de 2011

DEMOCRACIA 02-01-1934/JAÉN

BAGATELAS - LA SOMBRIA FIGURA DEL SINIESTRO LOPEZ OBREGON

   Era el 15 de Diciembre de año de gracia de 1930. Hora, la de las ocho de la mañana. A esa hora la típica plaza de San Francisco estaba abarrotada de trabajadores. Al sonar la última de las ocho campanadas en el reloj de la Diputación, nadie se movió en la plaza. Había estallado la huelga general revolucionaria sin previo aviso. Ibamos a derrocar la monarquía.

   Quien estuviera a esa hora en la plaza y dirigiera sus miradas a uno de los ventanales, hubiera podido observar tras los cristales la palidez cadavérica de la faz de un hombre, en cuyos ojos se dibujaba el pánico, el miedo más fantástico que pueda caber en criatura humana. Lívido, desencajado, el gran López Obregón, el "terrible", gobernador de la Dictadura, el "zarista", tenía miedo, él que, en sus arrebatos de epileptoide, había tratado de sembrar el terror, con su persecución cruel y estúpida de pequeño esbirro de un régimen zarista.

   En aquella mañana, el gran López temió por su vida. Pero se salvó. Pasó el nubarrón. López Obregón se recluyó en Baeza. Vino la República y nadie se metió con él, aunque bien lo merecía. Como tantos otros, sin pudor y sin respeto al pasado y su pasado, el de López, bien siniestro era, acató el régimen. Todavía tenía miedo. Aún recordaba la mañana aquella del 15 de Diciembre de 1930, cuando temió por su vida...y la salvó.

   López Obregón "también" acató la República. La acató por miedo, porque lógicamente temía y López Obregón es cobarde. Mas la República no se acordó ni de López Obregón ni de los innumerables López Obregones que tiranizaron al pueblo a sueldo de un generalote de juerga, cabaret y borrachera. No se acordó de ellos y por no acordarse ahora purgamos los terribles errores cometidos. 

   Y ahora que ya no siente pavor, el siniestro López sale de su guarida y trata de erigirse en cacicón "cedista". Ahora está valiente. Ahora está bravo. Ahora ya no asoma su cara lívida tras los cristales, preguntanto anhelate y tembloroso: 

   "¿Qué es lo que quiere esa gente que no va a trabajar?"


SIRIO

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